El pensamiento superior, o sea, en un estado de extrema pureza, no puede ser transmitido por medio de palabras, por eso para explicarlo, es necesario cubrir su inefable desnudez con los finos géneros del lenguaje, sin embargo esta cubierta siempre deberá ser transparente para los ojos del que sabe «ver» con la simpleza del espíritu.El Hermetismo no se dirige a todo el mundo, sino solo a aquellos buscadores que escuchando su propia voz interior, esta los incita a explorar en las profundidades del ser y de todas las cosas, impulsando el deseo profundo de saborear la dulce y rúbica médula de la Verdad. Esto será, en definitiva, lo que hará de cualquier aprendiz de Mago, un autentico Filósofo de la naturaleza.
S. Guaita dice en su libro Au Seuil du Mystére:
"Encerrar la verdad entera en el lenguaje hablado, expresar los más altos misterios ocultos en un estilo abstracto, no sólo sería inútil, peligroso y sacrílego, sino también imposible. Existen verdades de un orden sutil, sintético y divino para cuya integra expresión no basta el lenguaje humano. Sólo la música puede algunas veces hacer que el alma las sienta, sólo el éxtasis puede mostrarlas en una visión absoluta, y sólo el simbolismo esotérico puede revelarlas al espíritu de un modo real.”
Entonces el conocimiento oculto, como decíamos, nunca podrá ser "expresado" porque en el momento de exponerlo a la luz del día, indefectiblemente se velaría, tal como la película fotosensible de una cámara que solo puede ser conservada en la oscuridad; el autentico conocimiento solo puede ser "recordado" mediante el símbolo como interfase o mediador de esta unión entre la Verdad única e interior y su reflejo, diverso y exterior.
Es por este motivo que el conocimiento oculto solo puede alcanzarse a través de una profunda meditación, es necesario penetrar el misterio del símbolo para que este conocimiento se vuelva carne y mediante la praxis hermética, se convierta en sabiduría, solo en ese caso hablaríamos entonces, de una autentica Gnosis.
Recordemos siempre que la filosofía hermética se distingue por su capacidad de poder alejarse de las palabras y sumergirse en la contemplación de las cosas tomadas en si mismas, en su propia esencia, allí donde la sabiduría del Único se halla al resguardo de los intereses espurios del que aún no ha podido trascender la dura corteza que envuelve su corazón.
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