jueves, 17 de julio de 2014

Nociones sobre el concepto de L.V.X.

Cada día es más común leer o escuchar el término "L.V.X.", el cual, a pesar de la curiosidad que genera, pocas veces es entendido más allá de lo que aparenta ser una especie de moda New Age; sin embargo, su significado va mucho más allá de ser una simple palabra de moda entre quienes frecuentan las sociedades inciáticas.

Como sabemos, antiguamente la "u" era escrita como "v", así que "LVX" es igual a "Lux", que en nuestro idioma, significa "Luz". Según el libro de Génesis, la luz fue lo primero en ser creado, de donde deriva la frase "Fiat Lux", que literalmente significa "Que se haga la luz". En este punto, creo que vale la pena reflexionar un poco si a lo que se refieren las escrituras es a una luz física, como la producida por las reacciones nucleares en las estrellas, o a otro tipo de energía, quizás más etérea y primigenia, que podría considerarse como lo primero en existir en este Universo, y de la cual se derivaría todo lo existente; si esta reflexión fuera cierta, significaría que la creación primigenia es un no-objeto, o dicho de otro modo, algo cuya característica inicial es la no-existencia (diferente a la inexistencia) con respecto a los demás objetos. De esto último se puede concluir, entonces, que la LVX es un no-objeto que compone y da forma a todo lo existente, por lo que a lo largo de los tiempos ha sido llamada "luz astral", "aguas astrales", "ki", "chi", etc. (algunas personas podrán decir que se trata de cosas diferentes, pero también es factible sostener que se trata de lo mismo, actuando de formas muy sutilmente diferentes).


Esta LVX sería algo cuyo origen estaría en la Divinidad misma, lo que se refuerza debido a su naturaleza de no-objeto, ya que tal y como el Kybalión lo afirma, el Universo existe en el Creador, por lo que el Ser Divino, indudablemente debe ser mayor, externo y relativamente ajeno a su creación. Esto es lo que la cábala llama la Existencia Negativa, que estaría compuesta por el Ain ("Luz" o "Nada"), Ain Soph ("Luz Ilimitada" o "Ni siquiera sé nada") y Ain Soph Aur ("Luz en extensión" o "No nunca para siempre nada"), de lo que se desprende que la triple esencia de la Divinidad consiste en diferentes grados de LVX pura: el primer grado es un tipo de luz perfecto, puro, sin orígenes ni límites, un mar de luz totalmente ininteligible para la mente humana; el segundo grado es la negación del primero; y, el tercero, es la negación de los dos primeros extendiéndose ilimitadamente a lo largo de los eones, de forma eterna. Esta forma tan abstracta de definir aquello que es previo a la creación, que existía antes, existe ahora y existirá después, es la forma más sencilla que encontraron los antiguos cabalistas para poder dar respuesta a las complejas preguntas paradójicas que surgen al tratar de explicar y entender al Creador mismo. En síntesis, el Ser Divino crea y se hace presente en su propia creación, mediante la LVX.

La Creación es el Todo, y el todo es más grande que la suma de las partes. "Partes" implica necesariamente comienzo y fin, creación y destrucción, pero en un sistema cerrado, en el que nada se suma y nada se resta, todo necesariamente debe simplemente transformarse: la misma LVX que creó la primera estrella, es la misma LVX que hoy nos hace respirar. Este axioma se traduce en tres palabras que definen el verdadero ciclo de la vida: nacer, morir, renacer. Nuestros antepasados, inmersos en los fenómenos naturales, se dieron cuenta que del árbol muerto volvía a brotar la semilla, lo que por analogía lleva a la conclusión de que personas, animales, planetas, estrellas, tras su muerte no desaparecen, sino que vuelven a nacer; esta verdad trascendente es el fundamento de una gran cantidad de mitos y leyendas, entre las que destaca el asesinato de Osiris a manos de Set, para luego ser revivido por Isis.


La Orden Hermética de la Aurora Dorada, heredera del antiguo hermetismo egipcio, retomó este mito y aportó al ocultismo moderno aquello que está perpetuado en el simbolismo de la carta o clave 20 del Tarot:
  • Isis guardando el luto por la muerte de Osiris, que con los brazos traza una "L".
  • Apofis manifestando la destrucción para dar paso a la transformación que, como si estuviera rogando por la ayuda de la Divinidad, levanta los brazos al cielo formando una "V".
  • Osiris volviendo a la vida con los brazos cruzados sobre el pecho, formando una "X".
Este sistema trinario está presente en una basta cantidad de sistemas filosóficos, religiosos, míticos, mágicos y místicos, lo que le da su validez, pues si bien la ciencia y las corrientes filosóficas modernas poco a poco van dejando atrás los conceptos clásicos basados en sistemas de tres componentes (sólido, líquido, gaseoso; tesis, antítesis, síntesis; nacer, morir, revivir; primera, segunda y tercera dimensión; protones, neutrones, electrones; etc.), no deja de tener aplicación en la vida cotidiana y hasta cierto punto en las más avanzadas líneas de investigación científica. Cabe mencionar que, en todo caso, a lo que hace referencia la palabra "L.V.X.", es al proceso de transformación/transmutación de lo muerto, en algo nuevo y vivo.

Por último, L.V.X., en el sistema numérico romano podría ser XLV=45 y LXV=65. 45 es el número que de acuerdo a la Gematría, corresponde a la palabra "Adam", y 65 a "Adonai". Esto nos lleva a algo muy interesante: el primer hombre, Adam, por medio de la transmutación de su ser -ejemplificada en la permutación de las letras- puede alcanzar al Señor, al Creador. Además de lo anterior, hay una gran cantidad de atribuciones cabalísticas para el número 65, que vale la pena estudiar con profundidad.


Como conclusión, cuando a alguien se le dice "Fraternalmente en L.V.X.", "En L.V.X.", "L.V.X. en extensión", o simplemente "L.V.X.", se le está deseando que la energía de la manifestación divina sea sobre él, para que pueda transmutar su ser en aras de lograr la realización de la Gran Obra.


V.H. Frater S.E.M.